viernes, 18 de septiembre de 2009

Orsai y los milagros de siempre.

Hoy me desperté con una alegría en el mail; Hernan Casciari había enviado una actualización al que, para mi, es el mejor blog literario de los últimos años (los premios ganados avalan lo que digo).
Para todo aquel que lo conoce, dése una vuelta, y el que no, también, porque van a encontrar un tipo con la habilidad de hacerte reír y llorar en el mismo párrafo... más de una vez:

http://orsai.es/2009/09/el_pibe_que_arruinaba_las_fotos_1.php


domingo, 18 de enero de 2009

Un milagro.


Hace veinte años, exactamente, más o menos a ésta hora (2am) yo dormía plácidamente, con aire acondicionado; vivíamos en la casa de una tía, la Tía Tecla... (en mi mundo, tía se escribe con mayúsculas, nunca supe bien por qué). 
Dormía sin saber, sin entender y sin haber vivido demasiado más que nueve años, en los que la aventura más grande era hacer enojar a mi hermano mayor, buscar refugio en la panza de mi viejo para dormir una siesta escuchando ecos de voces de mayores, y, a veces, soñar con ser estrella de rock... Eramos una familia muy poco normal, padre bancario, mudanzas una vez por año y una niñez prestada en cada esquina sin amigos duraderos ni formas familiares de bancos de plaza que recordar, o que extrañar. Colegios y gente nueva siempre.

Hacia el medio día de ese mismo día, el diecinueve de enero de mil novecientos ochenta y nueve yo miraba dibujitos (He-Man creo) y esperaba el momento para las milanesas con papas fritas cuando, así sin más, mamá pegó un grito raro; mi cabeza dio mil vueltas pensando en qué juguete había dejado tirado y si no había hecho la tarea. Fui a la cocina, la encontré agarrándose una panzota de nueve meses y diciendo -Dale, dale, no me puedo comunicar con tu papá, corré hasta el banco y avisale que viene el hermanito-; fue, sin lugar a dudas el único momento en mi vida en el que sentí, cagazo, alegría, conciencia y celos todo junto..., contuve el vómito por el susto y salí corriendo; así como estaba, con una musculosa y bermudas negras y naranja y descalzo. Si pienso y hago mucha memoria, si pongo mucha fuerza puedo recordar el sonido de las ramitas de paraíso quebrándose a mi paso, y también recuerdo que no me dolía, que no sentía nada que eran, para mi, nimiedades del mensajero para quien es más importante el mensaje que los medios... 
Lástima, al llegar al banco, mi viejo ya había salido al hospital y, como por arte de magia reabro los ojos unas horas después, en la puerta de una habitación, en alguna clínica o, como dije, hospital... adentro, mi vieja recostada más bella que nunca; a su lado, un milagro.  

Si hago fuerza recuerdo la primer noche que dormiste en casa, recuerdo los nervios porque la casa esté linda y recuerdo, con lujo de detalle, la primera vez que te toqué la cabeza y pensé, "puta..., salió cabezón el guacho" y a la vez "me querrá cuando sea grande?, jugaremos juntos a la pelota?, nos pelearemos mucho?, estudiaremos juntos?". Si hago aún más fuerza, me acuerdo de la primera vez que nos peleamos, la primera vez que lloré por tu culpa o vos por la mía, el primer juguete que me rompiste; la primera vez que te pegué a escondidas y hasta la primera vez que no pude imaginarme la vida antes que existieras. Y los momentos en los que esas dudas se fueron disipando, los momentos en los que nos vimos crecer, en los que quisimos estar lejos, muy lejos para que ningún mal nos toque. Tu primer paso, tus llantos por la noche, el consuelo de mamá, sus caricias sanadoras; tus miedos de más grande, tu cuerpo chiquito, tus salidas ocurrentes, tus golpes y, de nuevo, las manos de mamá, ¿te acordás?, te acordás de mamá diciendo el "co fe cu da, a las cinco llagas....", te acordás de sus ojos con calma?..., espero que sí; tanto como yo, tanto como quiero que ese recuerdo quede ahí. Tanto como recuerdo la primera vez que abrí los ojos y te vi un hombre, con el peso de los años en la espalda, veinte años después.

Recordando así y, casi sin querer, me digo "Néstor (para mis adentros cambio los nombres, tampoco sé por qué) qué difícil fue crecer juntos, qué complicada fue la vida de pueblo en pueblo y, volviendo en el tiempo, me veo encontrando ese recuerdo, ese amigo, ese compañero a quien extrañar, a quien valorar, a quien volver para hablar cuando se lo necesita. 

Ese era el principio de la amistad más larga y duradera; al menos una de las dos que tengo. El destino nos hizo el regalo de que existas, nos dio la dicha de poder, hoy veinte años después, saberte real, saberte único, saberte querido, saberte extrañado y, sobre todo..., saberte milagro.  



Te quiero, feliz cumpleaños.

viernes, 8 de agosto de 2008

El día del niño que fue padre....

Año 2002; el mundo corría al ritmo de terroristas que no existían, de un nuevo milenio que nos miraba de reojo preguntando a dónde llevabamos el mundo. Al ritmo de un país turbulento, de monedas que cambiaban de peso y color, de gente que no entendía qué estaba haciendo. Pero aún así, en algún lugar, sumido entre tanta porquería que nos rodeaba, alguien sonreía como nunca lo había hecho al recibir el regalo de navidad tardío más hermoso que te pueden hacer.
Entre unas cobijas de sanatorio una manito se asomaba y agarraba el dedo de una mamá orgullosa, y sus miradas se cruzaban por un segundo, cómplices, seguros, dueños del mundo, a sabiendas que no hay límites si se conoce la verdad detrás del amor de madre e hijo.
Es que es tan difícil explicar la sensación, es tan profundo y banal al mismo tiempo que ese efímero momento tiene que ser único, irrepetible; el calor de esa manito, esa primera vez de verle los ojos, ese primer beso en la frente. Un 26 de diciembre, hace cinco años empezabas el viaje más largo en la vida de una madre y dabas el primer paso para convertirte en mamá y dejar de ser la chica linda de la vuelta de la casa de alguien, o la nena inocente que juega siempre aca en la plaza; o la estudiante que se dejó los libros en el taxi y pasabas a ser profesional del oficio más viejo, pero más hermoso de toda la historia. Te convertiste en mamá, sin más.
Cinco años después; en algún lugar de mi corazón, creo haber estado ese día ahí, creo verte con tu cara de cansada por la cesárea. Creo poder ver, detrás del vidrio, a Camilo (que aún no sabe que se llama Camilo), dormir como lo hace todo bebé, pero que para un padre es como si estuviera viendo el rompimiento del Perito Moreno, su respiración, la mantita moverse al ritmo hipnótico de sus pulmones; el no poder sacar la vista de ese vidrio; el eterno deseo de contarle tantas cosas, de charlar tantas otras; y de buscarle sentido a la locura de ver crecer desde la nada, a una persona que algún día será mis miedos, será mis inseguridades, será mis sueños, será los suyos, lo que sea, pero será una parte mía. Y mirandolo a él, a traves de ese vidrio imaginario; buscando las similitudes con tu cara, o la mia, el destino me trae de vuelta a esta realidad que vivimos, a esta verdad biológica que me separa de ese sueño, al sabor mitad dulce de saberme hombre, y de creerme padre.
Y me voy, y pienso en el padre, y me dejo llevar por la bronca, y puteo solo, al aire; y vomito verdades que él no quiere -y nunca quiso- escuchar; y en medio del ataque de rabia me pregunto, ¿En qué estabas pensando cuando desapareciste?....

jueves, 7 de agosto de 2008

Yo me voy... y viene la música...

Hace aproximadamente unos 8 años, en el 2001, wikipedia abría sus puertas cambiando el mundo de la información y de cómo buscamos y encontramos esa información en la web; el Ipod salía a la venta, mientras que MS sacaba Windows XP del horno quemador de soluciones. George W. Bush asumía como presidente de, hasta ese momento, el país de los intocables; y ése mismo año bombardeaban por primera vez Bagdad, tocándole el culo al más feo, buscándose la piña más fuerte en sus cientos de años de existencia; un activista italiano moría a manos de un carabinero en las protestas por un mundo con menos hambre y más reciprocidad; mientras que en Argentina se dictaba el estado de sitio por los saqueos a supermercados y tiendas en general, veinte manifestantes morían en una marcha pidiendo, una vez más, porque se termine el hambre y las injusticias, un cobarde salía por el techo en el helicóptero más infame de la historia de nuestro país y, en menos de dos semanas, cambiaríamos de presidente unas cuatro veces. En ése mismo años un pedacito de mi infancia moría junto con Hanna, el creador de Tom & Jerry; Quo Vadis pasaba un poquito más a la historia con la muerte de Antony Quinn y Jack Lemmon lo seguía días después y una guitarra gentilmente lagrimeaba por saber que Harrison no volvería a acariciarla. En algun lugar del mundo alguien conjugaba tristeza y alegría y moría un poquito con un Racing campeón despúes de 34 años; y cientos de otras cosas que sería imposible nombrar entre lanzamientos de trabajos discográficos de muchos artistas consagrados, películas, series, nacimientos, muertes, y una larga lista de etcéteras que pueden encontrar aca... todo eso, y ¿sabés que es lo único que recuerdo vívidamente? La cara de mi vieja cuando le dije que no quería estudiar más derecho; el ruido del portazo y el llanto posterior, sabiendo que se moría un pedacito de su sueño de verme abogado; y en mi, nacía el de ser músico. Ese año, ese mismo año lleno de cosas que nunca entendí; conoci a Cesar y tuve por primera vez un ensayo, instrumentos, música, y gente haciendo lo que mejor sabe hacer: divertirse creando música. De eso se trata este blog, de esas cosas que pasan, dejan marca en un mundo enorme, pero chiquito a la vez. Espero les guste, espero disfruten; voy a intentar actualizar lo más seguido posible. Por lo pronto, aca dejo un pedacito de ese día.